EL VUELO DEL ALMA
Bajo las alas de la alegría se oculta el misterio de la vida. Y con ella existe una fuerza dentro de nosotros mismos, que nos permite añadir un lucero más en el techo del cielo, que tenga fe al predecir que no habrá más lágrimas, ni nostalgias limitando el vuelo del alma.
Alguna vez conoceré el secreto de la existencia e inventaré palabras que expresen a la perfección lo que quiero decir, la voz de mi espíritu podrá gritarlas y surgirá de todos los rincones en que permanecía atada. Caerá la mordaza que el tiempo trajo en las noches en que perdí la calma, ante situaciones que no está en mí cambiar y son parte del vivir.
Aprenderé cada mañana que un pájaro vuela aunque no tenga alas, nació ave y su naturaleza cruza fronteras y no lo detiene nadie, ni siquiera el viento cuando dice amarle. Si alguna vez logro terminar la jornada de mi trascendencia, volaré, volaré y me posaré a los pies de una estrella, para descansar de la emoción de existir.
Un bosque sin aves no es común encontrarlo, el pájaro y los árboles siempre van juntos y buscan el sol que les sonríe hasta caer la tarde. Caminando entre la hojarasca este otoño, me doy cuenta que aun estando las hojas secas, puedo encontrar en cada una de ellas la memoria de los días verdes, que la inocencia de la primavera les enamora pese a estar ausente.
Ese plumaje colorido en mi piel que sirvió para hacer sonreír la libido de otros, hoy se ha vuelto sabio y ya no se presta, ni se usa para cubrir el nido de soledad que la madrugada cálida me hizo habitar tantas veces a oscuras, a ciegas...
Pernoctando entre quimeras y figuras hambrunas, que fueron rapiña de mi poca voluntad y fuerza.
A medida que el destino avanza a lo largo de las rutas migratorias de mi alma, encuentro otras aves, compañeras de vuelo y sus cantos son complejos tal vez de mayor duración que los míos. Que pierden su entusiasmo defendiendo el territorio sagrado y la distancia que cada día se vuelve ancianos años. En esas vivencias que ansiosa en solitario me reclamo, es cuando descubro que volar te hace libre de mente, de cuerpo y que las alas son el símbolo que cruza los cielos, de aquellos que desean la plenitud de un mundo en libertad, que tanto soñamos y no siempre respiramos.
Los nidos de las aves son muy diversos en forma y tamaño, así como nosotros si queremos o amamos, el sentimiento es diferente y eso nos hace no entender al ser amado. Vuelan distintas especies de emociones al expresarnos, algunas prefieren cavidades en los troncos, o anidan sobre el suelo o en las ramas de arbustos. La mayoría de las aves tienen lugares anhelados para vivir, pero pueden adaptarse a otros tipos de anidamiento, si es que en verdad deciden aprender y sueñan con volar.
Así es nuestra alma una bella creación, que al no ser pájaro no limita correr tras el viento a cada instante, para junto con el ser parte de la libertad...
Oralia Lombera Reyes
"Musa Peregrina"
Desde la perla del pacifico Acapulco,México.
Bajo las alas de la alegría se oculta el misterio de la vida. Y con ella existe una fuerza dentro de nosotros mismos, que nos permite añadir un lucero más en el techo del cielo, que tenga fe al predecir que no habrá más lágrimas, ni nostalgias limitando el vuelo del alma.
Alguna vez conoceré el secreto de la existencia e inventaré palabras que expresen a la perfección lo que quiero decir, la voz de mi espíritu podrá gritarlas y surgirá de todos los rincones en que permanecía atada. Caerá la mordaza que el tiempo trajo en las noches en que perdí la calma, ante situaciones que no está en mí cambiar y son parte del vivir.
Aprenderé cada mañana que un pájaro vuela aunque no tenga alas, nació ave y su naturaleza cruza fronteras y no lo detiene nadie, ni siquiera el viento cuando dice amarle. Si alguna vez logro terminar la jornada de mi trascendencia, volaré, volaré y me posaré a los pies de una estrella, para descansar de la emoción de existir.
Un bosque sin aves no es común encontrarlo, el pájaro y los árboles siempre van juntos y buscan el sol que les sonríe hasta caer la tarde. Caminando entre la hojarasca este otoño, me doy cuenta que aun estando las hojas secas, puedo encontrar en cada una de ellas la memoria de los días verdes, que la inocencia de la primavera les enamora pese a estar ausente.
Ese plumaje colorido en mi piel que sirvió para hacer sonreír la libido de otros, hoy se ha vuelto sabio y ya no se presta, ni se usa para cubrir el nido de soledad que la madrugada cálida me hizo habitar tantas veces a oscuras, a ciegas...
Pernoctando entre quimeras y figuras hambrunas, que fueron rapiña de mi poca voluntad y fuerza.
A medida que el destino avanza a lo largo de las rutas migratorias de mi alma, encuentro otras aves, compañeras de vuelo y sus cantos son complejos tal vez de mayor duración que los míos. Que pierden su entusiasmo defendiendo el territorio sagrado y la distancia que cada día se vuelve ancianos años. En esas vivencias que ansiosa en solitario me reclamo, es cuando descubro que volar te hace libre de mente, de cuerpo y que las alas son el símbolo que cruza los cielos, de aquellos que desean la plenitud de un mundo en libertad, que tanto soñamos y no siempre respiramos.
Los nidos de las aves son muy diversos en forma y tamaño, así como nosotros si queremos o amamos, el sentimiento es diferente y eso nos hace no entender al ser amado. Vuelan distintas especies de emociones al expresarnos, algunas prefieren cavidades en los troncos, o anidan sobre el suelo o en las ramas de arbustos. La mayoría de las aves tienen lugares anhelados para vivir, pero pueden adaptarse a otros tipos de anidamiento, si es que en verdad deciden aprender y sueñan con volar.
Así es nuestra alma una bella creación, que al no ser pájaro no limita correr tras el viento a cada instante, para junto con el ser parte de la libertad...
Oralia Lombera Reyes
"Musa Peregrina"
Desde la perla del pacifico Acapulco,México.