SEÑALES DE HUMO PARA UN ESPÍRITU ALBINO
EL POETA Y LA ROSA

Ahí sentado con una rosa bailando entre sus manos el poeta se quedo callado. Le producía un doloroso recuerdo el aroma de esa rosa, ya que su jardín de amor había muerto. Con la mirada triste viendo directamente a la cámara buscaba una explicación. Necesitaba que ella supiera que le amaba con locura con todo su corazón, y se moría lentamente ahogándose en un mar de nostalgias, leyendo sus poemas que antes de ella con admiración recitaba. La poesía se extinguía y sus primeras palabras fueron…” Ella se ha ido, nunca más aquí conmigo”. Frases que se desplomaban ante el murmullo de un tiempo que se reía de su mala fortuna y lo enloquecía con sus carcajadas. Todo fue tan sorpresivo se perdió su risa que le embriagaba. Ahora servida en una copa de ilusión agonizante, sin rima, ni acentos que le confirmaran un verso cautivo, expectante... La rosa ya dormía en los brazos del tiempo, nunca más sentiría la suavidad de sus pétalos, de su interno en cada primavera que se abría para extasiarle el alma. De su garganta ya no se escuchaban trinos de ruiseñor, hoy se había convertido en un fantasma, anhelando a su musa. Y esta yacía herida, ofendida, engañada por una falsa amiga disfrazada de poeta, que en realidad era una víbora y les mordió a ambos con su maldad enferma y desesperada. El poeta añoraba posarse en el árbol del silencio, y que el día terminara para que a la nueva mañana él abriera su ventana, y ahí estuviera la poetisa dulce que tantos sueños le resucitaba. Un repiqueteo de voces constantes le recordaban que el ya no era nada, que tenía un dolor agudo en el alma, y sentía que la vida se le agotaba. La sepulcral indiferencia de su amor, y mujer soñada le golpeaba la memoria y se aferraba a las horas que pasaron juntos y las estiraba, las estiraba para que le duraran y no se quedara desnudo, como antes cuando la vida en su corazón esa bella rosa aun no le plantaba. Por momento sentía su cuerpo como si flotara, sin peso, como una nube de algodón que le prometía todo y nada. Se miró sentado en esa silla y por un instante la muerte ante el desfiló, y le dijo : ¿Poeta este verso no lo habías ya antes escrito en tu alma? Una extraña sensación de paz le invadió y el cansancio de los días de batalla que le predecían la derrota y dolor, finalmente le hicieron cerrar los ojos y viajó misteriosamente, en silencio y musitó… Mañana dedicaré una poesía a la vida, porqué soy poeta, y la fuerza de mis letras alimentan mi interior, olvidaré este día que siento que me voy, y ya no tengo mi flor. Sembraré una nueva rosa sin tiempo, y no me confundiré, la observaré antes para comprobar que tenga el aroma del verdadero amor … Musa peregrina.