SEÑALES DE HUMO PARA UN ESPÍRITU ALBINO

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sábado, 1 de febrero de 2014

LA MUJER QUE SOÑÉ

LA MUJER QUE SOÑÉ

Y de pronto una mañana desperté y tu mirada ya no me esperaba al final del día. No se en que momento te perdí o si es que jamás fuiste mía. Este poeta iluso construyó castillos en el aire como un loco dibuja un ápice de cordura por las calles. 

Te creí mi princesa, pero nunca te enamoraste de mí y descubrí poco a poco que soñaba solo. Y así de un día para otro tu amor se dobló como frágil espiga, ante un otoño inesperado que con su viento feroz arrasó los cimientos de mi mundo de enamorado. Me cansé de luchar como Quijote contra el molino de tu inmadurez que visionó mi horizonte de resentimientos y dolor injustificado. La soledad encontró el refugio perfecto en la novela de mi vida y redactó una despedida con mano fría y tinta de sangre en silencio.

Quise darte todo y compartir el resto de nuestras vidas,pero mi cariño fue en vano... ¡Dios me estoy haciendo viejo, y ya me pesan los años!. Esta noche escucho nuestra canción e irremediablemente la nostalgia me abre los brazos. Duele saber que en cada hoja que cae del calendario escrito está que a los poetas nos está vedado el amor, ese que logre un día despertarnos de la fantasía y que sea la misma poesía quién nos dé su bendición.

Porque no somos terrenales, habitamos en la parte más alta de las nubes y con un manojo de sueños enfrentamos sentimientos inimaginables, como ríos nos vaciamos en cada frase que nuestra alma grita hasta perder la voz y el sentido. Buscamos respuestas llenas de esperanza y al mismo tiempo vivimos tan lejos de todo.

Fue mi error creer que el verde de tus ojos, sería el color perfecto para pintar sueños en común y el blanco de tu alma era la mitad que me faltaba. Y aquí estoy, cautivo entre las mismas cuatro paredes, que observan compasivas a mi espíritu cabalgar día y noche en ese campo de recuerdos.

La luna que madrugada tras madrugada se asoma por mi ventana, sabe que donde sea que miro descubro techos decorados con garabatos de sonrisas, que me inventé en la última rima de unos versos tristes.

Estaba convencido que eras la mujer que caminaría conmigo hasta el final de mis días, el amor me hizo creer que esta vez a mi lado se quedaría, que yo era el hombre de tu vida y tu mi doncella. Fuiste por unos meses el fantasma que vagaba feliz en el hogar que te ofrecí solo a ti,mi adorable prometida...

Sé que un día mi memoria se desconectará,que mi corazón marchará en búsqueda del silencio y mis latidos no serán más. Cuando esto suceda abre el libro que te dí con todo mi amor y en el encontrarás la primavera perdida, ahí eres la flor que le dio luz a mi poesía y llenó de fragancia un instante de mi vida ...

Musa Peregrina
Desde la perla del pacífico Acapulco,México