SEÑALES DE HUMO PARA UN ESPÍRITU ALBINO

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jueves, 14 de junio de 2012

EL JINETE

“Por la lejana montaña va cabalgando un jinete vaga solito en el mundo y va deseando la muerte”. Decìa Jose alfredo Jimenéz. Realmente el jinete viajaba acompañado,pero lo olvidò y se adentrò a las llanuras valientemente jodiendo a su paso un campo de emoción. Las compañeras de viaje y de cama le recordaban con besos su cariño envuelto en làgrimas de ausencia física,restregándole su amor incondicional. Tanto que ellas dejaron de ser jinete y olvidaron disfrutar camino. Esta canciòn se comparte en solitario se prende la luz si tienes miedo, pero no se apagan los sueños. Notas con sombras girando efusivas ante la soledad, que se niega a volar aun teniendo alas enormes y fantásticas,a pesar de no estar. Extraño algo no sé que es, pero se que no estoy muy bien que digamos. Quizà instantes, tal vez seres ò caricias, ni para decir que ando en mis dìas eso ya fue. Sabrà Dios que sea no tengo gran interés en averiguarlo,siento el vacìo en la mirada ahora sin brillo que sorprenda. Aunque he cerrado círculos herméticamente eso me hace sentir reciclada, y un poco aburrida. No puedo ser distinta ya que el universo me ha regalado nuevos proyectos y también abrazos verdaderos. No falsos que gozan exponiendo la calidez que me conforta esa rica piel, en cuyo sabor encuentro algo que no existió,màs que en tiempo muerto por levedad del ser. Aprendì a estar sola, a cabalgar como el jinete de la canciòn pero sin el alma destrozada. A medida que transcurren los años la mìa se vá desintoxicando y ha colocado cada cosa en su lugar. Las reinas únicamente limpiamos las heridas de los guerreros y sonreímos, alguièn me dijo eso años atrás y me gustó, me lo escribió un guerrero de verdad. Aunque me fascina ser guerrera, siempre serè reina. ¡ Las fèminas en la vida sòlo podemos ser reinas ò pendejas! la corona viene bien, me detiene el cabello y el viento no lo inquieta. Esta mañana deambulando por el puerto, mi pensamiento se remonta a lo màs lejano de los montes allà donde en cada nuevo dìa el caserìo está envuelto en bruma inquietante y me dan ganas de estar ahì. En ese lugar vaga el jinete, mi jinete. Que se niega a curar la herida de su pecho. Aprendí a no querer màs que a mi vida y no buscar la muerte ya que es lo ùnico seguro que tengo después de vivir. Asì que le sacarè provecho a mi respiraciòn. Por igual lloro un rato junto a la guitarra y nos tomamos unas cervezas indio yo y mi alma. Ebrias madrugadas,crudas de cama suspirando y recordando, secamos el llanto que se pierde, en el tiempo de los dolores de veinticuatro horas, no màs que eso. Al paso cautivo de la imàgen de un señor, avanza el jinete altivo orgulloso del dolor. ¡Que felicidad inmensa la que èl respira hoy! Anida en su vida  mujeres de todos colores, menos del mìo, porque no se me dá la gana que vuelva a desteñir mi corazón. Por dignidad las viejas respondemos al amor, no asì los hombres ciegos que sòlo tocan nuestro calor. Rozàn con su piel almohadas, impregnan de un estèril ardor. Con el alma en lo màs alto, hoy avanzo sin rencor, sobre la tierra de sorpresas y un mañana con adiós. Sin ayer, sin dolor de amor, sin jinetear hombres secos del interior. Alejada de pasiones que dan besos de muerte,que son mi perdición... ¡Salud, hombre y guitarra llorando a la luz de las estrellas! Musa peregrina.