SEÑALES DE HUMO PARA UN ESPÍRITU ALBINO

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viernes, 2 de octubre de 2015

UN ÁRBOL (TOTTI DRACO BENIGNI)

UN ÁRBOL

Estos atardeceres, desde mi colina donde puedo apreciar jirones de nubes de tonalidades disímiles, desde un rojo profundo, al mas calido celeste pasando por la pureza de los blancos, me hacen recordar mis años. 
Soy un viejo roble, aunque por mi apariencia actual, no se note demasiado. Soy el primero antes de llegar al gran bosque. Desde aquí, pude apreciar sus bondades, tanto como la gran Mansión del Principado de Asturias. Ha crecido durante tantos lustros, se ha modificado y he visto nacer, crecer y morir a tantos nobles, pero me los recuerdo a cada uno de ellos, tanto como a mis amigos los árboles.


Dicen que en el reino vegetal, no sabemos de sentimientos… ¡Qué saben esos!... ¡Puedo dar cátedra sobre el amor! Cuando yo era un joven roble, el amo Roberto me tatuó a cuchillo este corazón que actualmente apenas si se puede ver. En él se refleja el nombre Talia en su interior y así crecí, con corazón propio y así el amor corrió campo traviesa por mi sabia, en mis venas vegetales.
Sus retoños y los hijos de sus hijos, pasaban tardes enteras conmigo, trepando mis ramas hasta lo mas alto y jugando a las escondidas y así, conocí el valor de cada sonrisa y la desmesura de las carcajadas.
Fui testigo de amores furtivos de la servidumbre tanto como los de la nobleza. Una noche una lechuza me enseño a mirar con los ojos del alma, y hasta supe lo que es ser una nursery viviente en compañía de la alegría de los jilgueros, al ver sus hijos aprender a volar. He aprendido a diferenciar los cantos de todas las aves y sus hermosas melodías de amor y tristeza. Las cosquillas que me provocaban las ardillas con sus colas por todo mi tronco! jejejeje. Los laberintos que me construyeron los conejos bajo mis raíces son una maravilla arquitectónica! Casi tan bonito como quedó el castillo de Ballarque luego de tantas guerras santas y otras que no tanto.
Resistí estoico el paso de las estaciones que se sucedían como mis hojas, tanto por mi longeva sabiduría, como por la magia de la naturaleza.
La mano del hombre, que no se conforma con las ramas secas, cambió hasta los hemisferios de las extensas praderas.
Sé lo que es la furia de las grandes tormentas, y como brama el viento y cuánto arrecia, pero lo más poderoso definitivamente es la decadencia de la humanidad, la que fue incapaz de soportar tanta belleza.
Como bien dijo Tolken desde la boca del viejo Ent.:
“Bajo la bóveda de dormida hojas
los sueños de los árboles se desvelan
cuando las salas de la foresta 
son verdes y frescas
y el viento sopla del oeste,
regresa a mi,
regresa a mi!,
y proclama que mi tierra es la mejor”.
Hoy, desde mi tierra, me doy cuenta que los siglos dibujan con sus pinceladas de evolución y con relojes las nuevas postales. Me abraza una corteza débil, plagada de insectos y yo diría que estoy hueco! Pero también advierto lo que me está sucediendo, es solo el tiempo. Seré carne de mi amada tierra negra, donde crecen los nuevos robles que germinan de mis frutos. Me deleitaré con las puestas de los astros sobre el horizonte intensamente, ya que no sé cual será el último. Aún me queda una hoja, que es mi alma y ella navegará con el viento. Tu,…tu ni cuenta te darás cuando haya muerto, sepa usted, buen entendedor, que lo árboles mueren de pie y en silencio.


Totti Draco Benigni