Mis manos emigran traviesas por la avenida que tanto te gusta. Conducen silenciosas con el propósito de viajar en la carretera, que lleva al goce en el centro mismo de mis piernas golosas. Se encienden señales diversas,que indican me detenga a disfrutar placenteramente sensaciones escondidas. Mi libido se transporta entre la bruma de imágenes exquisitas y eróticas, guiando mis fluidos intermitentes al cielo de tus manos expertas.
La vía de dominio que tu virilidad marca coloquialmente,define las colindancias que la locura e innominados orgasmos, conciben a través de borbotones cristalinos destilando la ansiedad de mi freno.
Nos conectamos al nirvana impúdico,descubrimos una autopista solitaria que transporta nuestros cuerpos rápidamente a la antesala del infierno que narran los escribas. Los cruces que se presentan a través de accesos inesperados desnivelan caminos en ciudades perdidas. Que se distinguen por gemidos urbanos y calles secuestradas por la pasión,desatando nuestras caderas en plañidero deleite.
Proyectas suave circulación de tu lengua y tras la timidez de mis orejas encuentras el camino donde aparca el big bang de mi sexo. Suelto el volante y ocupo el lugar de pasajero. Cierro los ojos y disfruto el viaje. Aun falta para llegar a la unidad de distancia equivalente al amor express. Es un feliz fin de semana en que salimos de paseo y nos alejamos del tráfico pesado para despejar rutinarias caricias.
Musa Peregrina.