Miriam se despertó a eso de las cuatro de la tarde. Aun la cabeza le daba vueltas puesto que la noche anterior,en el último encuentro con un demonio perdió el sentido. A sus recién cumplidos diecisiete años carecía de días felices. Decidió ducharse y tender al sol su fatiga de los últimos días. A las ocho en punto debería hacer guardia en la esquina asignada.
Desde que su madre había muerto meses atrás y su padrastro intentara suicidarse con alcohol día con día, fue que decidió emular a su tía Rocío, y convertirse en "carne de cabareth", que eran las palabras que al verla llegar cada mañana coreaban sus vecinas.
Una parvada de aves nocturnas deambulaban a media noche,era como si un colectivo de zombies desinhibidos, se unieran a una legión de murciélagos, deseosos de pernoctar en las sombras y lamer su piel,convidando lujuria con los ojos enrojecidos de alcohol y drogas. Mientras ella fumaba sin muchos ánimos el último cigarrillo,aparentando ser una mujer de mundo, sin temor a saludar al mismo diablo y decirle ... "mi amor lo tienes enorme" siempre y cuando este le ofreciera pagar sus servicios.
Unos pasos más adelante se encontraba el subterráneo, con las paredes pintadas de frialdad,condones tirados en el suelo y un intenso olor a azufre, proveniente de aquellas sepulturas abiertas,por donde se fugaban huesudos tormentos envueltos en orgasmos secos.
Ella cerró los ojos y recordó una película que le gustaba mucho ... "Ghost,la sombra del amor" soñaba con que un día el amor se le presentará,aunque no necesariamente llegase en este mundo. Un auto se detuvo frente a ella y sus tacones se alertaron instintivamente. Sus caderas dieron los primeros movimientos, iniciando una danza melodiosa que atrajera aquella mirada de lobo feroz.
Su cabellera se agitó ligeramente y ahí estaba ese miedo atroz,el mismo que le asesinó el alma cuando su padrastro le dijo que: si no se dejaba tocar,nunca más vería a su madre. La única arma que tenía en su bolso de mano era su sonrisa. Jaló aire y decidió hincarse una vez más, beber de golpe sin pensarlo doble la descarga espermática, con sabor a humanidad pútrida que el destino le servía en un vaso de plástico...sin disfrutar de la fiesta.
Musa Peregrina.