"NUNCA CONOCÍ A NADIE COMO TÚ"
Nunca conocí tu lluvia,en nadie más la miré, esa que cae sobre tus flores.
No recuerdo cual era el nombre de esas que perfumaban mis sentidos, pero ya no traigo sus aromas a diario. Tú, con tus ojos marítimos frescos de mañanas limpias, llenitos de asombro contemplas los hijos de mis manos sin nombre.
Diste el puntapié inicial de aquel clásico que todavía se sigue jugando.
Tus maderas silenciosas, tus preguntas sin sombras y tú, con tu pequeña estatura haciendo equilibrio con vasos repletos de sentimientos encontrados, volcabas dulcemente cada uno de sus ingredientes.
Cortaste una lonja de mi corteza con tu lira,con tu risa y con tu llanto.
Una hermosa capa de susurros caía desde tu espalda y acarició mi tierra, fertilizando mis palabras. Y mis letras volaron, mis vientos se desataron. Aprendí a hacerme nube y me mecí en el cielo observando todo. Allí pude ver tu jardín, y te encontré regándolo. Decidí devolverte la gracia y dejé caer mi lluvia, alivianando tu arduo trabajo. Me miraste, te secaste el sudor, mientras me saludabas con la otra mano. Escapé como esos peces que quieren volver al caudal del río, pero lo hice feliz.
Como todos, tenemos días renegridos y rugosos como cerillos, pero ahí estamos para iluminarnos. Podemos vernos las manos sin sombras ni puñales, vemos barcos por las noches que zarpan en la niebla y se remontan como cometas y de su gracia, hablamos. Nuestras vidas son como casas habitadas por extraños, con grandes jardines de pasado al que no retornarás jamás, porque tienes amigos como yo a tu lado.
Por un tiempo dormiremos juntos, hasta encontrar los fantasmas dentro del placard y los cocos debajo de la cama. Se hará de día y la luz de la vida entrará por las ventanas arrasando con todos esas pesadillas a su paso.
Con el tiempo, seremos nubes, bosques y prados. Llevaremos agua y alimento a otros que ayudaremos a descubrir sus alas. Por eso es que somos peregrinos en este mundo, el nuestro, el que imaginamos.
Totti Draco Benigni
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Una mañana huyendo de mis propias huellas fue que tropecé con tu nombre. Te miré absorta, tratando de entender el laberinto de tus letras,tan libres como gaviotas al viento, volando en busca de aquellos cielos épicos,únicamente conocidos en las leyendas que narra el sol. Las gaviotas... esas maravillosas aves que habitan en mi tierra,con las que charlo mientras te pienso cada domingo, bebiendo mi café frente a "Sinfonía del mar".
Recuerdo que me acerqué sigilosa,con la firme idea de admirar tus alas,ese tu majestuoso vuelo,tu espíritu camaleónico que se transforma y adapta a cualquier circunstancia. La lluvia de abril, tenía como destino bañar los campos dorados de ilusiones y esperanzas en nuestras almas errantes, las cuales luchaban por encontrar el amor al final del arcoíris,tras la vereda de los años,sobre una nube que viajara feliz con un mensaje del cielo bajo el brazo.
Debes de saber que te siento en mi religioso despertar,que elimino uno a uno de los conceptos errados, que mi corazón guardaba receloso,embistiendo con furia el aprendizaje que las calles del ayer me otorgaron. Algunas noches me transformo en polvo y soy capaz de comprender, que el amor debe de ser imperfecto, para pulir con caricias internas,limar poco a poco hasta lograr que brote el brillo de aquellos sentimientos innominados,los que suelen ser arrumbados por la vida,durante el ir y venir de días caóticos en que clamamos al mar,a Dios y hasta al diablo mismo,una sola oportunidad libertaria.
Si, hoy se, que los años se entierran como garras en nuestra carne y que el tiempo es un elemento básico,añadiendo a cuenta gotas agua fresca,en nuestras sedientas gargantas que claman una tarde de primavera solo para dos. El alma florece según la temporada,en que las abejas generosamente devuelven la miel y el rocío a nuestras vidas,tan similares y albinas,habitando en hemisferios contrarios,unidas en la distancia,preñadas de aprendizaje constante. Ambas valientes como espigas al viento,durmiendo a campo abierto y luminosas cual luciérnagas que adornan madrugadas inimaginables.
No te quiero perder al sentirte mío,quiero que vueles amor,pero sabiendo que soy tuya, y que hago piruetas en el aire para poder alcanzarte,que poco a poco abro ese caserón fantasma,que me agobia desde que era una cría.
Pero que al saber que tú sostienes mi mano,no temeré más,ni me esconderé del fuego. Se que eres mi abrigo,el único capaz de llegar y ofrecerme su calidez, de jugar con dos tacitas de cafés imaginarias,eres el que no rompe un plato aun si le descubren levantando los pedazos, pero me ofrece lavarlos y se dispone a recibir con el corazón desbocado, lo que yo le quiera dar... lo que pueda brindarle al abrir las cortinas de mi alma.
Gracias a ti descubro que,aun ya no siendo una chiquilla,puedo ser capaz de enviarte un beso y sonrojarme por si alguien nos ha visto... Soy la que durmió con el demonio y lo confesó,la que conquistó quimeras y aun sueña con ser árbol, la mujer de agua que te invita vagar sobre los grandes océanos,la loca que junto a ti pinta paredes con rostros espectrales,la única que es capaz de salir corriendo y vuelve. Soy la que quiere estar presente en tu corazón, cuando el plata de tus sienes llegue y se sorprenda el destino,al verte acurrucado en mí...
Musa Peregrina.
