Y yo me aferraba como esos náufragos a la balsa sin mirar el cielo,sintiendo que me ahogaba y no existía nadie más que tú.
Me arrepentía por momentos y estaba furiosa de haberte dado la llave de mi cuerpo.
Cerraba los ojos para no ver el hueco de mis manos vacías de versos, mientras lentamente la sal de una lágrima me recordaba,el mar de besos tristes que me bebí en tu boca.
Más de pronto como si hubiesen renacido,
mis alas percibieron la libertad.
Hoy ya no temo cerrar la jaula y sentir
que formo parte del bosque del silencio, tal vez con suerte y una noche de estas con aguja de oro e hilos de esperanza,
zurciré mi corazón y bordaré ilusionada la letra del amor...
Musa Peregrina
Desde la perla del pacífico Acapulco,México.