MELODY
( ño" y Oralia Lombera Reyes "Musa Peregrina")
Melody miraba a los clavadistas embelesado lanzarse desde lo más alto de la Quebrada, un risco de piedra filoso, escarpado y mágico… Justo frente a sus grandes y curiosos ojos, era todo un suceso, la emoción lo embargaba hasta hacer bailar sus pequeñas tenazas. El vértigo de la caída lo sentía en cada partícula de su caparazón. Los aplausos de la gente le emocionaban tanto, que se preguntaba si él sería capaz de vencer su propio miedo y lanzarse al abismo azul que yacía en el fondo.
Cada mañana, asomaba desconfiado al salir de su hogar, que era una roca marina majestuosa. Esta lo protegía de los pescadores que amenazaban cocinarlo en caldo, o en delicioso cóctel para turistas. Como ya era su costumbre, se encaramaba a su parte preferida del acantilado para observar. Muy cerca, burlones los demás cangrejos creían que estaba loco, se reían de sus ganas de volverse “clavadista”. Pero eso a él lo tenía sin cuidado, cada noche al escarbar para refugiarse en la arena, buscando la calidez que la tarde le dejaba de regalo, soñaba con su clavado; sería casi como ser un ave y una flecha a la vez.
Un día despertó y le dijo a su familia que se marchaba en busca de su sueño, Soneto que así se llamaba su padre, lo prensó con sus potentes y musculosas tenazas mientras vociferaba: “Eso no es posible eres un cangrejo y los cangrejos nunca serán clavadistas”. Pero Melody estaba decidido y le grito a su padre que era su vida, que lo dejara hacer lo que él quería, que su caparazón lo protegería de la caída. Soneto furioso se avalanzó sobre el pequeño crustáceo y le cortó una de sus patas, se alejo, pero antes volteó a verlo y le dijo: “Desde hoy para mí estas muerto”. Melody no lloró, ni gritó, ni se quejo, aun así lo intentaría. Con gran dolor en el alma abandonó su acantilado…
Era un gran trayecto de calles con peligrosas coladeras, una cadena de autos que bajaban furiosos por la avenida, que conducía a la Quebrada. Si levantaba la mirada se encontraba con balcones y gente, que sonreía al ver el mar de frente, pensando que era un sueño estar en Acapulco. Tendría que sortear lugares desconocidos para llegar al otro lado, él ese cangrejito que todo lo que imaginaba antes, no se comparaba con la realidad de lo que existía mucho más allá de su casa, con sus hermanos jugando con pequeños camarones que mamá les servía en la cena. A pesar de la soledad que le acorralaba continuaba arrastrándose soñando con llegar…
Muy temprano, al día siguiente se encontró con un cangrejo gordo y mal encarado, que no hacía otra cosa que mover sus tenazas glotoneando. Se acercó con cautela ya menos adolorido de su patita, que necesitaba la sal del mar, para curar sus heridas lentamente. – No llegaras muy lejos, sin una pata—Dijo el cangrejo gordo. — ¿Adonde te diriges?— Voy rumbo a sinfonía del mar, quiero llegar a la Quebrada para tirarme un clavado. —Estás loco, ¡Un clavado! Ja ja ja ja ¿A quién se le ocurre hacer algo tan agotador? — ¡A mí!— Dijo Melody con convicción. No necesitas hacer eso, ¿Qué quieres probar? ¿Qué te falta un tornillo? Aquí tenemos de todo, mírame a mi he crecido fuerte casi sin tener que moverme de donde estoy. —Entonces… ¿Nunca has ido más allá de tu roca? ¿Solo buscas comida a tu alrededor? ¿No has visto brillar las estrellas y la luna reflejarse en el mar, desde lo más alto de la Quebrada? -Yo no tengo tiempo para semejantes tonterías- Respondió el tragón. -Mientras más fuerte soy más miedo impongo y nadie se mete conmigo, si no quieren terminar muy mal... —Pues yo quiero otra cosa para mi vida no solo imponer miedo — ¿Crees que todo mi esfuerzo es una pérdida de tiempo? Sabes niño, nadie jamás me había ofendido de tal manera…
Se irguió cuan desmesurado era, mientras sus terribles tenazas castañeaban amenazadoras. Melody quiso correr pero la falta de su patita le restaba velocidad, el cangrejo sin piedad arrancó otra de sus patas y se alejo riéndose de él. Sin la menor muestra de ningún sentimiento, atacando por placer, para demostrar a los demás que era muy fuerte. Como pudo logró salir apenas a la cima de una elevada roca, más por tenacidad que por hambre, buscando alguna alga fosilizada por el sol magnificente. Caminó despacio hasta la zona de palmeras, que se columpiaban coqueteando con el viento y buscó ansioso una gota de rocío. Para refrescar su pequeña boca y el resto sentirlo resbalar por su ardiente caparazón militar, el dolor estaba a punto de hacerlo volver… ¿Pero qué dirían de él? Se reirían más al verlo herido y mutilado por buscar su estúpido sueño, que resultaba imposible para otros, además ya no tenía familia lo habían desterrado para siempre. Con un coraje inexplicable alzó sus tenazas, con la poca fuerza que aun latía en él y salió de su escondite. No había tiempo para lamentarse y mucho menos para volver atrás, cumpliría su sueño o moriría intentándolo.
Reinició su marcha alejado de la vista de todo y de todos. Se arrastraba por la orilla bajo la cornisa de aquel lado de la carretera. Cuando de pronto la vio a ella, era la gaviota más hermosa que sus negros ojos hayan visto jamás. El cuerpo le empezó a temblar e intentó correr, más de pronto su misma debilidad lo hizo rodar escalones abajo, golpeándose la cabeza. Al abrir los ojos pensó que estaba muerto. Sentía mucho frío y cayó en la cuenta que la gaviota lo llevaba en su pico, se quedó paralizado sin poder decir palabra. Esta lo posó suavemente en un tejado del hotel “El mirador” y llegó la noche sigilosa…. Una nube en forma de túnel se presentaba ante sus ojos, fue ahí cuando escuchó la voz de la bella gaviota a quién apodaban la gitana, ya que con sólo mover sus alas en forma de corazón, a través de la brisa les compartía hermosos mensajes de vida y amor.
Melody cerró sus ojos y la hermosa voz le musitaba al oído: “Los sueños son esas semillas que sembramos en nuestra memoria, quienes buscamos con afán la misión asignada. Estos crecen felizmente en el interior del soñador, quién conserva sus sueños podrá volar en los cielos más altos, nadar en la profundidad del océano encontrando tesoros jamás descubiertos. Será capaz de correr veloz aun faltando alguno de sus pies, dejando huellas en la arena de la vida al compartir camino con seres distintos a ellos, pero con el mismo derecho de luchar por su libertad. Dios nos creó para ser felices, la tristeza, el llanto y el dolor lo adquirimos en el camino, pero no es nuestro y debemos de soltarlo. Creando un caparazón de fe que resista la soledad, porque nada logrará vencernos, si tenemos esperanza y caminamos de la mano del destino, sonrientes por cada segundo que en esta vida el universo nos mantiene latiendo.”
Con esas palabras se quedo dormido…
La luz de la luna llena lo despertó, el silencio solo era interrumpido por las olas estrellándose en el fondo del canal. Alerta abandonó el tejado y uno a uno fue subiendo los escalones de la explanada, le parecía que nunca terminaría de cruzar ese laberinto de piedra. No se dio cuenta de que un par de enamorados, se besaban solitarios en una banca, hasta que por descuido rozó la delicada piel de los pies de la mujer. Pronto dos pares de ojos de azúcar lo miraban sonriendo—Pobrecito, está herido. —Dijo la mujer—Esta hermoso, hay que llevarlo de nuevo al mar. ¡Nooooo de regreso no! Pensó Melody, más de pronto descubrió un orificio en la pared de piedra y se acorazó sin pensarlo, sabía que no querían hacerle daño, pero no podría volver después de tanto trabajo—Quizá quiera ir al otro lado y tirarse un clavado—Dijo el hombre extendiendo su dedo para tocarlo, pero Melody puso su más feroz guardia—Ve es un guerrero, seguro te arranca un dedo. Jajaja anda dejémoslo en paz. Melody respiró aliviado y pronto ya no escuchó sus voces.
Reservado extendió sus ojos al máximo y comprobó que solo estaba él y el brillo de luna que todo lo pintaba de nácar. Apresuró la marcha hasta donde sus fuerzas se lo permitían, al amanecer estaba ya del otro lado de donde había vivido toda su vida, más cerca del lugar de sus sueños. Buscó una grieta, entre las rocas y sin notarlo el cansancio cerró sus ojos tristones. Más tarde bajó a la orilla del mar el esfuerzo bien valía buscar comida fresca y alimentarse un poco, contento y despreocupado comía en el lomo de una roca lamosa y plana. Hasta que su sentido de supervivencia se alertó de la nada, apenas pudo esquivar el pico de un solitario pelícano, que se elevaba rápidamente con la panza vacía, pero enseguida cayó en picada sobre Melody. La falta de dos de sus patas le restaba fuerza y velocidad, no le alcanzó para esconderse esta vez en una grieta y el pelícano lo tomó de una pata. Con una fuerza increíble se amarró a la roca con sus tenazas , el pelícano luchaba por poder prensarlo en su totalidad, el dolor era intenso y sin más el ave se alejó con otra de sus patas en el pico.
Liberado de la succión se arrinconó en el fondo de la grieta. ¿Por qué el mundo trataba de interponerse en su camino? Si a nadie nunca le había causado daño… ¿Por qué todo estaba en su contra? ¿Era tan malo ser libre? ¿Buscar sus sueños? ¿Tenía que ser solo un cangrejo ordinario? No él no era solo un cangrejo, o tal vez si, pero él tenía un sueño, era un cangrejo con un sueño y jamás se perdonaría traicionarse a si mismo, eso nunca….nunca. Sabía que estaba muy cerca de llegar a la zona de lanzamiento de clavados. Un poco más adelante se encontró con una cangreja muy vieja y débil—A donde te diriges pequeño—Preguntó—Voy siguiendo mi sueño—La vieja ocultó una sonrisa maliciosa y con su mejor voz le preguntó—¿Y cuál es tu sueño, hijo?—Tirarme un clavado y tal vez más—Yo una vez tuve el mismo sueño que tú, pero descubrí este lugar y todas las tardes salgo de mi casa me paro en la orilla de este acantilado, veo a la gente aplaudiéndome sin necesidad de tirarme de ningún lado, todos los días vienen a verme a mí, solo a mi—Pero no es a usted a quien aplaude la gente sino a los verdaderos clavadistas, los valientes, los que han vencido sus propios miedos—Nooo es a mí a quien quieren ver soy la única que ha llegado tan alto y por tanto tiempo. Que sabes tú de buscar los sueños sino eres nadie, seguro vienes a acabar conmigo con todo lo que yo he creado, a robarme el cariño y respeto de la gente—¡Esta usted loca! Que ha hecho para que esa gente la respete si se a acobardado en el último momento, nada hay de virtuoso en ser alguien que no es…– ¿Quieres robarme la gloria, verdad muchacho?— ¿Que gloria tiene usted? Sino un corazón marchito de soberbia, yo no quiero ni necesito nada de usted, yo…. yo soy libre, soy un cangrejo clavadista.
La anciana enfurecida y fuera de sí se le fue encima con sus lisas y gastadas tenazas. Melody le dio la espalda y comenzó a subir, no podría lastimar a una vieja y además tan afectada del alma, de la mente, del corazón… Pero la anciana lo tomó con todas sus fuerzas y quiso herirlo de muerte, Melody con facilidad la hacía a un lado y lograba seguir subiendo la muralla de roca. La anciana frenética en un último intento logró tomar la base de una de las tenazas de Melody y tirando con todas sus fuerzas, se la desprendió…
Melody sintió como si un pedazo de su corazón se hubiese partido y con el llanto de no saber por qué, herido y lastimado pudo dejar a la anciana riendo como loca, con la tenaza de Melody en su asquerosa boca.
Con gran dolor llegó a la Quebrada, estaba por comenzar el espectáculo que tanto amaba, mucha gente en la plazoleta del clavadista disfrutaba de aquella actuación. El sol enorme y amarillo se incrustaba en el océano, llenando de un brillo dorado y magnético todo cuanto tocaba. Lo había conseguido, desde ahí podía observar su vieja colonia, a su padre solitario en medio de la cornisa, al cangrejo gordo que era raptado por una gaviota feliz por tan suculenta recompensa. A la pareja de novios que parecían sonreír y más abajo a la anciana saludando al aire desequilibrada de envidia y maldad, yendo y viniendo del fondo a la orilla revolcándose en su propia y lastimosa agonía. El sol destellaba sus más intensos rayos, al último segundo de la tarde Melody alzó su única tenaza, sonrió y se tiró al vacío.
El viento lo acariciaba, el sonido de las olas acercándose era hermoso, como un canto de sirena y antes de sumergirse, el tiempo se detuvo. Una gran luz maravillosa lo sostuvo, como una nube de blanca luz esmeralda. Y sintió electricidad recorrer cada una de sus células, una paz que le quitaba la sed que había sentido toda su vida y un amor tan grande, que podía vibrar el mundo entero dentro de su corazón. Esa alegría que experimentaba su alma, era un camino de estrellas en el cielo y cada una de ellas, tocaba las fibras que salían de su espíritu. Entonces vio que ya no tenía tenazas, sino alas, unas enormes y hermosas alas blancas, un pico dorado y fuerte. Sintió el agua estrellándose contra su cuerpo y voló bajo el agua y sobre el cielo.
Era un majestuoso Albatros que jamás dejaría de volar, sonriente la hermosa gaviota lo miraba desde la capilla de los clavadistas, elevando una oración para que Melody descansara en paz. Y se elevó dibujando figuras en el horizonte con sus alas, alentando a quien necesitaba de su voz para no olvidar sus sueños, por nada ni por nadie, a pesar que la vida algunas ocasiones nos acorrala con indiferencia y envidia, con la amargura de otros que ven morir sus sueños sin luchar. Los padres, los hermanos, nuestra pareja y los amigos deben ser esos grandes compañeros de camino, que nos alienten para continuar volando, en busca de nuestros sueños, de esa misteriosa melodía que aún nos falta por escuchar…
Cuento escrito por Josue Ruíz Osorio "Osorio Lobo" y Oralia Lombera Reyes "Musa Peregrina".
( ño" y Oralia Lombera Reyes "Musa Peregrina")
Melody miraba a los clavadistas embelesado lanzarse desde lo más alto de la Quebrada, un risco de piedra filoso, escarpado y mágico… Justo frente a sus grandes y curiosos ojos, era todo un suceso, la emoción lo embargaba hasta hacer bailar sus pequeñas tenazas. El vértigo de la caída lo sentía en cada partícula de su caparazón. Los aplausos de la gente le emocionaban tanto, que se preguntaba si él sería capaz de vencer su propio miedo y lanzarse al abismo azul que yacía en el fondo.
Cada mañana, asomaba desconfiado al salir de su hogar, que era una roca marina majestuosa. Esta lo protegía de los pescadores que amenazaban cocinarlo en caldo, o en delicioso cóctel para turistas. Como ya era su costumbre, se encaramaba a su parte preferida del acantilado para observar. Muy cerca, burlones los demás cangrejos creían que estaba loco, se reían de sus ganas de volverse “clavadista”. Pero eso a él lo tenía sin cuidado, cada noche al escarbar para refugiarse en la arena, buscando la calidez que la tarde le dejaba de regalo, soñaba con su clavado; sería casi como ser un ave y una flecha a la vez.
Un día despertó y le dijo a su familia que se marchaba en busca de su sueño, Soneto que así se llamaba su padre, lo prensó con sus potentes y musculosas tenazas mientras vociferaba: “Eso no es posible eres un cangrejo y los cangrejos nunca serán clavadistas”. Pero Melody estaba decidido y le grito a su padre que era su vida, que lo dejara hacer lo que él quería, que su caparazón lo protegería de la caída. Soneto furioso se avalanzó sobre el pequeño crustáceo y le cortó una de sus patas, se alejo, pero antes volteó a verlo y le dijo: “Desde hoy para mí estas muerto”. Melody no lloró, ni gritó, ni se quejo, aun así lo intentaría. Con gran dolor en el alma abandonó su acantilado…
Era un gran trayecto de calles con peligrosas coladeras, una cadena de autos que bajaban furiosos por la avenida, que conducía a la Quebrada. Si levantaba la mirada se encontraba con balcones y gente, que sonreía al ver el mar de frente, pensando que era un sueño estar en Acapulco. Tendría que sortear lugares desconocidos para llegar al otro lado, él ese cangrejito que todo lo que imaginaba antes, no se comparaba con la realidad de lo que existía mucho más allá de su casa, con sus hermanos jugando con pequeños camarones que mamá les servía en la cena. A pesar de la soledad que le acorralaba continuaba arrastrándose soñando con llegar…
Muy temprano, al día siguiente se encontró con un cangrejo gordo y mal encarado, que no hacía otra cosa que mover sus tenazas glotoneando. Se acercó con cautela ya menos adolorido de su patita, que necesitaba la sal del mar, para curar sus heridas lentamente. – No llegaras muy lejos, sin una pata—Dijo el cangrejo gordo. — ¿Adonde te diriges?— Voy rumbo a sinfonía del mar, quiero llegar a la Quebrada para tirarme un clavado. —Estás loco, ¡Un clavado! Ja ja ja ja ¿A quién se le ocurre hacer algo tan agotador? — ¡A mí!— Dijo Melody con convicción. No necesitas hacer eso, ¿Qué quieres probar? ¿Qué te falta un tornillo? Aquí tenemos de todo, mírame a mi he crecido fuerte casi sin tener que moverme de donde estoy. —Entonces… ¿Nunca has ido más allá de tu roca? ¿Solo buscas comida a tu alrededor? ¿No has visto brillar las estrellas y la luna reflejarse en el mar, desde lo más alto de la Quebrada? -Yo no tengo tiempo para semejantes tonterías- Respondió el tragón. -Mientras más fuerte soy más miedo impongo y nadie se mete conmigo, si no quieren terminar muy mal... —Pues yo quiero otra cosa para mi vida no solo imponer miedo — ¿Crees que todo mi esfuerzo es una pérdida de tiempo? Sabes niño, nadie jamás me había ofendido de tal manera…
Se irguió cuan desmesurado era, mientras sus terribles tenazas castañeaban amenazadoras. Melody quiso correr pero la falta de su patita le restaba velocidad, el cangrejo sin piedad arrancó otra de sus patas y se alejo riéndose de él. Sin la menor muestra de ningún sentimiento, atacando por placer, para demostrar a los demás que era muy fuerte. Como pudo logró salir apenas a la cima de una elevada roca, más por tenacidad que por hambre, buscando alguna alga fosilizada por el sol magnificente. Caminó despacio hasta la zona de palmeras, que se columpiaban coqueteando con el viento y buscó ansioso una gota de rocío. Para refrescar su pequeña boca y el resto sentirlo resbalar por su ardiente caparazón militar, el dolor estaba a punto de hacerlo volver… ¿Pero qué dirían de él? Se reirían más al verlo herido y mutilado por buscar su estúpido sueño, que resultaba imposible para otros, además ya no tenía familia lo habían desterrado para siempre. Con un coraje inexplicable alzó sus tenazas, con la poca fuerza que aun latía en él y salió de su escondite. No había tiempo para lamentarse y mucho menos para volver atrás, cumpliría su sueño o moriría intentándolo.
Reinició su marcha alejado de la vista de todo y de todos. Se arrastraba por la orilla bajo la cornisa de aquel lado de la carretera. Cuando de pronto la vio a ella, era la gaviota más hermosa que sus negros ojos hayan visto jamás. El cuerpo le empezó a temblar e intentó correr, más de pronto su misma debilidad lo hizo rodar escalones abajo, golpeándose la cabeza. Al abrir los ojos pensó que estaba muerto. Sentía mucho frío y cayó en la cuenta que la gaviota lo llevaba en su pico, se quedó paralizado sin poder decir palabra. Esta lo posó suavemente en un tejado del hotel “El mirador” y llegó la noche sigilosa…. Una nube en forma de túnel se presentaba ante sus ojos, fue ahí cuando escuchó la voz de la bella gaviota a quién apodaban la gitana, ya que con sólo mover sus alas en forma de corazón, a través de la brisa les compartía hermosos mensajes de vida y amor.
Melody cerró sus ojos y la hermosa voz le musitaba al oído: “Los sueños son esas semillas que sembramos en nuestra memoria, quienes buscamos con afán la misión asignada. Estos crecen felizmente en el interior del soñador, quién conserva sus sueños podrá volar en los cielos más altos, nadar en la profundidad del océano encontrando tesoros jamás descubiertos. Será capaz de correr veloz aun faltando alguno de sus pies, dejando huellas en la arena de la vida al compartir camino con seres distintos a ellos, pero con el mismo derecho de luchar por su libertad. Dios nos creó para ser felices, la tristeza, el llanto y el dolor lo adquirimos en el camino, pero no es nuestro y debemos de soltarlo. Creando un caparazón de fe que resista la soledad, porque nada logrará vencernos, si tenemos esperanza y caminamos de la mano del destino, sonrientes por cada segundo que en esta vida el universo nos mantiene latiendo.”
Con esas palabras se quedo dormido…
La luz de la luna llena lo despertó, el silencio solo era interrumpido por las olas estrellándose en el fondo del canal. Alerta abandonó el tejado y uno a uno fue subiendo los escalones de la explanada, le parecía que nunca terminaría de cruzar ese laberinto de piedra. No se dio cuenta de que un par de enamorados, se besaban solitarios en una banca, hasta que por descuido rozó la delicada piel de los pies de la mujer. Pronto dos pares de ojos de azúcar lo miraban sonriendo—Pobrecito, está herido. —Dijo la mujer—Esta hermoso, hay que llevarlo de nuevo al mar. ¡Nooooo de regreso no! Pensó Melody, más de pronto descubrió un orificio en la pared de piedra y se acorazó sin pensarlo, sabía que no querían hacerle daño, pero no podría volver después de tanto trabajo—Quizá quiera ir al otro lado y tirarse un clavado—Dijo el hombre extendiendo su dedo para tocarlo, pero Melody puso su más feroz guardia—Ve es un guerrero, seguro te arranca un dedo. Jajaja anda dejémoslo en paz. Melody respiró aliviado y pronto ya no escuchó sus voces.
Reservado extendió sus ojos al máximo y comprobó que solo estaba él y el brillo de luna que todo lo pintaba de nácar. Apresuró la marcha hasta donde sus fuerzas se lo permitían, al amanecer estaba ya del otro lado de donde había vivido toda su vida, más cerca del lugar de sus sueños. Buscó una grieta, entre las rocas y sin notarlo el cansancio cerró sus ojos tristones. Más tarde bajó a la orilla del mar el esfuerzo bien valía buscar comida fresca y alimentarse un poco, contento y despreocupado comía en el lomo de una roca lamosa y plana. Hasta que su sentido de supervivencia se alertó de la nada, apenas pudo esquivar el pico de un solitario pelícano, que se elevaba rápidamente con la panza vacía, pero enseguida cayó en picada sobre Melody. La falta de dos de sus patas le restaba fuerza y velocidad, no le alcanzó para esconderse esta vez en una grieta y el pelícano lo tomó de una pata. Con una fuerza increíble se amarró a la roca con sus tenazas , el pelícano luchaba por poder prensarlo en su totalidad, el dolor era intenso y sin más el ave se alejó con otra de sus patas en el pico.
Liberado de la succión se arrinconó en el fondo de la grieta. ¿Por qué el mundo trataba de interponerse en su camino? Si a nadie nunca le había causado daño… ¿Por qué todo estaba en su contra? ¿Era tan malo ser libre? ¿Buscar sus sueños? ¿Tenía que ser solo un cangrejo ordinario? No él no era solo un cangrejo, o tal vez si, pero él tenía un sueño, era un cangrejo con un sueño y jamás se perdonaría traicionarse a si mismo, eso nunca….nunca. Sabía que estaba muy cerca de llegar a la zona de lanzamiento de clavados. Un poco más adelante se encontró con una cangreja muy vieja y débil—A donde te diriges pequeño—Preguntó—Voy siguiendo mi sueño—La vieja ocultó una sonrisa maliciosa y con su mejor voz le preguntó—¿Y cuál es tu sueño, hijo?—Tirarme un clavado y tal vez más—Yo una vez tuve el mismo sueño que tú, pero descubrí este lugar y todas las tardes salgo de mi casa me paro en la orilla de este acantilado, veo a la gente aplaudiéndome sin necesidad de tirarme de ningún lado, todos los días vienen a verme a mí, solo a mi—Pero no es a usted a quien aplaude la gente sino a los verdaderos clavadistas, los valientes, los que han vencido sus propios miedos—Nooo es a mí a quien quieren ver soy la única que ha llegado tan alto y por tanto tiempo. Que sabes tú de buscar los sueños sino eres nadie, seguro vienes a acabar conmigo con todo lo que yo he creado, a robarme el cariño y respeto de la gente—¡Esta usted loca! Que ha hecho para que esa gente la respete si se a acobardado en el último momento, nada hay de virtuoso en ser alguien que no es…– ¿Quieres robarme la gloria, verdad muchacho?— ¿Que gloria tiene usted? Sino un corazón marchito de soberbia, yo no quiero ni necesito nada de usted, yo…. yo soy libre, soy un cangrejo clavadista.
La anciana enfurecida y fuera de sí se le fue encima con sus lisas y gastadas tenazas. Melody le dio la espalda y comenzó a subir, no podría lastimar a una vieja y además tan afectada del alma, de la mente, del corazón… Pero la anciana lo tomó con todas sus fuerzas y quiso herirlo de muerte, Melody con facilidad la hacía a un lado y lograba seguir subiendo la muralla de roca. La anciana frenética en un último intento logró tomar la base de una de las tenazas de Melody y tirando con todas sus fuerzas, se la desprendió…
Melody sintió como si un pedazo de su corazón se hubiese partido y con el llanto de no saber por qué, herido y lastimado pudo dejar a la anciana riendo como loca, con la tenaza de Melody en su asquerosa boca.
Con gran dolor llegó a la Quebrada, estaba por comenzar el espectáculo que tanto amaba, mucha gente en la plazoleta del clavadista disfrutaba de aquella actuación. El sol enorme y amarillo se incrustaba en el océano, llenando de un brillo dorado y magnético todo cuanto tocaba. Lo había conseguido, desde ahí podía observar su vieja colonia, a su padre solitario en medio de la cornisa, al cangrejo gordo que era raptado por una gaviota feliz por tan suculenta recompensa. A la pareja de novios que parecían sonreír y más abajo a la anciana saludando al aire desequilibrada de envidia y maldad, yendo y viniendo del fondo a la orilla revolcándose en su propia y lastimosa agonía. El sol destellaba sus más intensos rayos, al último segundo de la tarde Melody alzó su única tenaza, sonrió y se tiró al vacío.
El viento lo acariciaba, el sonido de las olas acercándose era hermoso, como un canto de sirena y antes de sumergirse, el tiempo se detuvo. Una gran luz maravillosa lo sostuvo, como una nube de blanca luz esmeralda. Y sintió electricidad recorrer cada una de sus células, una paz que le quitaba la sed que había sentido toda su vida y un amor tan grande, que podía vibrar el mundo entero dentro de su corazón. Esa alegría que experimentaba su alma, era un camino de estrellas en el cielo y cada una de ellas, tocaba las fibras que salían de su espíritu. Entonces vio que ya no tenía tenazas, sino alas, unas enormes y hermosas alas blancas, un pico dorado y fuerte. Sintió el agua estrellándose contra su cuerpo y voló bajo el agua y sobre el cielo.
Era un majestuoso Albatros que jamás dejaría de volar, sonriente la hermosa gaviota lo miraba desde la capilla de los clavadistas, elevando una oración para que Melody descansara en paz. Y se elevó dibujando figuras en el horizonte con sus alas, alentando a quien necesitaba de su voz para no olvidar sus sueños, por nada ni por nadie, a pesar que la vida algunas ocasiones nos acorrala con indiferencia y envidia, con la amargura de otros que ven morir sus sueños sin luchar. Los padres, los hermanos, nuestra pareja y los amigos deben ser esos grandes compañeros de camino, que nos alienten para continuar volando, en busca de nuestros sueños, de esa misteriosa melodía que aún nos falta por escuchar…
Cuento escrito por Josue Ruíz Osorio "Osorio Lobo" y Oralia Lombera Reyes "Musa Peregrina".