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jueves, 14 de junio de 2012
EL AMOR
Solía correr por las mañanas en un parque cercano a la oficina donde trabajé por muchos años. Tantas historias anónimas habitaron mis pensamientos aquellos días y hoy dan vida a mis letras. Historias extrañas que por un instante desfilaban ante mis ojos, quizá fue realidad o sólo mi imaginación desmedida. Entre la bruma de mis pensamientos recuerdo aquella pareja que sentada en una banca observaba a diario el camino rumbo al arcoíris de los años. Ellos se veían diferentes y me pregunté cómo es que habían permanecido por largo tiempo juntos. Seguramente tendrían casi ochenta años, platicaban poco y a ratos me daba la impresión de que reñían. Otros días se dedicaban una tierna sonrisa y sus manos se asían fuertemente con mil arrugas atesoradas entre sus dedos. Quise ver en ellos regresando el tiempo a una pareja de jóvenes emocionados. Luchando por no separar sus cuerpos, enfrentando el mundo, protegiendo la llama de un amor que nace de una mirada a otra mirada y hace brotar la lluvia de miel en el alma. Saboreando los placeres de su dicha,siendo almas gemelas que lograron finalmente ver la luz que algunos mantenemos escondida. Un tiempo dejaron de acudir a sentarse en su banca favorita,rodeada de flores cada mañana y en la que sus siluetas eran ya parte del paisaje matutino. Llegó el otoñó y las hojas de la vida seguramente arrastraron una estación en su piel cansada; separándolos una tarde que el sol oscureció sus días, y las lágrimas cayeron como perlas al mar en silencio ahogadas. Continué mi viaje observando muchas almas que transitaban inmersas en sus pensamientos, así como yo que imaginé a esa pareja todo amor, tal vez porque eso sentía en mi corazón y quise verlo en ellos. Me pregunto si hoy siguen caminando por los jardines del cielo, tan enamorados como en aquel tiempo en que los recuerdo… Musa peregrina.