Las mañanas bruscas tienen el poder de despertar el letargo de mis letras. Nacen rozándome, fugaces, se presentan sin estereotipos, ambiguas, profundamente internas.
En días como el de hoy, la reflexión mitiga el paso del tiempo en mi reloj que desde ayer conseguí hacer funcionar. Y con la mirada invertida al reverso de mis años, es que vuelve ella, la niña rosa que imaginas y cultivas en tu planeta verde. Planeta anónimo desde donde me deleitas con la belleza de tus ojos infinitos de prometidos placeres. Eres hombre de seriedad y pasiones escondidas. Los ventanales del verde bosque de tus pupilas, consiguen con un movimiento definitivo desnudar mi resistencia y vestir a la vez mi cuerpo, dulce camino de hormigas. Tú, artífice de mis horas jóvenes, las otoñales con la fe devuelta, las mismas que dejan caer gotitas de alegría en la tierra de mi corazón abrigando la rosa que imaginas. Suelo tejer sueños y alimentarme de pensamientos, de baladas y poesía. Todo esto sucede mientras vago por allí, entre jardines de metáforas y rimas introspectivas. Confieso que desde que escribo, descubrí que dentro de mí, yacen todas las horas que se hicieron una. Reencontré la paz y el aroma de ciertas flores raras, reflejo de la naturaleza mía.
Musa Peregrina
Oralia Lombera Reyes
Escritora guerrerense.
