SEÑALES DE HUMO PARA UN ESPÍRITU ALBINO

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domingo, 1 de octubre de 2023

ESPADA DE DAMOCLES

 



Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, recomendaba el poeta cubano José Martí. Soy conciente que la honesta voluntad de mi espada que con su filo engendra mis letras, implica peligro, además de que me confiere un extraño poder. Acoger la idea de crear un libro, en mi caso siendo creadora ya de varios, conlleva el desarrollo de largas jornadas de creatividad, organización de sueños, administración de contenidos y tiempo. Sobre todo esto último, tiempo. Buscar ese espacio entre las tantas actividades que se tienen como prioridad, para escribir a placer y dedicarle las horas necesarias, no es decir dos y dos son cuatro. Decidir a ir por el primero, es, aceptar esa larga y animada tertulia a lo largo de la vida. Después, sentarse bajo la sombra del árbol más cercano, mientras se disfruta el amargo del saber del café en los labios del alma. Acompañarse de algunas risas y lágrimas, pecados y milagros, despedidas, presencias, soledad, silencio infinito, abrazados al dolor que nos enseña como ser mejor. Soy una convencida que la cita con esta actividad viene de siglos atrás. Y así surgió mi primera pregunta a mis letras, ¿hasta que punto existo en mis obras literarias? ¿En qué renglón dejo de ser yo? ¿Es el punto final la oveja descarriada que viaja por más? ¿La crónica de lo vivido junto a lo que yo misma me acuso, por algo que no está en mis manos cambiar? Soy esclava de la poesía, sobre todo de la prosa poética, soy adicta, lo acepto. De las historias que escribo lejos del mundo, suspendida en la naturaleza y de aquellos paisajes prácticamente olvidados que atesoran mi infancia. En lo cotidiano mis pensamientos, la ficción, la no ficción, nada de que hablar, la locura, la comprensión y la compasión por un par de versos mantienen una relación insana con la construcción de nuevas ideas. Mis letras caminan solas. Se dirigen hacía algún lugar. Lejos de mí. Lo hacen de una forma  independiente, a distancia de grupos ególatras, de autores que dominan el marketing y venden su producto como lo quieren vender. De eventos en los cuales se reúnen quienes suelen leerse entre ellos y se olvidan del lector de a pie, el que un buen día coincide con la poesía yendo por allí, en cualquier lugar. Mis ejercicios literarios cuentan con el valor de ser corregidos desde el primer momento, arrancando de tajo la mala yerba que amenace el respeto por el arte de crear la palabra escrita. Procurando que ésta sea una extensión del corazón, de éste sensible corazón de poeta, que, en cada palabra sueña, por ejemplo, en vivir las vidas que no viví, ni viviré.


Musa Peregrina

Oralia Lombera Reyes

Escritora guerrerense.