Tu mirada verde es subjetiva, prisionera de contextos. Erotismo claroscuro tendido al sol. Rebeldía insensata que cala hondo y se une a la mágica sensación que nació de la nada, nada que desconocía nuestro todo.
La desnudez de mi mirada te vistió de mi aroma de mujer y bailamos hasta la madrugada. El despertar de tus correrías y aquella imaginación desbordante, tanto como la propuesta de lectura a tus versos vírgenes de mí, cortaron de súbito el aire de mi respiración y en ese instante mi voz alimentó la tuya.
Montamos el caballo de la lujuria sin límite de terreno. Me cruzaste con tus brazos y te acomodaste tiernamente en mi corazón de poeta. Permitimos al tiempo que corriera a la velocidad del sonido para que este alcanzara nuestro sueño e hiciera acto de presencia.
Siempre un halo de nostalgia antecede a la aurora, siempre. Hoy goza el destino de nuestro viaje sin voluntad, iniciado la noche parroquiana en la que hablamos con las estrellas y no se quedó un centímetro de nuestra piel sin besar. El corto tiempo consumió nuestro pabilo, fuimos figuras de cera, fuego amigo.
Oralia Lombera Reyes
Musa Peregrina.