... y te nació la codicia por mi boca. Apartir de ese minuto irrepetible es que utilizo labial rojo, ya que descubrí mi deseo a través del tuyo. Sin embargo confieso que debo de despojarme de algunas prendas que provocan tu desespero al abrigarme con tu carne. Mis labios estoicos, desordenados, ausentes del sentido de la aprobación, fueron atrapados en esa, tu idea loca de amenizar el recuerdo con una foto. ¡Te gustó tanto que creaste un álbum de besos en mi espalda! Sin tanta alharaca hoy te dejo ser y hacer lo que gustes conmigo. Estoy prendida a tus historias. Por supuesto, sin pudor alguno que separe u ofenda ni una sola de tus fantasías.
Musa Peregrina
