Aun recuerdo aquellos sentimientos extraños que florecen en la tierra de en medio, ellos brotan de una chispa escondida en los rincones del alma que ya no espera nada. Y ante la incipiente primavera que bosteza las gelideces del invierno,suelen marcharse los días extraviados con su morral lleno de nostalgia. El ayer permanece callado, en espera que el destino toque una marcha fúnebre y deambulen con timidez los desencantos y sueños no natos, como si fuesen fantasmas empeñados en habitar aquel viejo caserón donde se refugian las indecisiones y miedos espontáneos.
Existen maravillosas utopías que logran acelerar los latidos de un corazón herido. A punto ya de escribir las últimas líneas de su mejor poema, yace la pluma, otrora amazona galopante en campo nudista, en los que el alma se despoja de la vida sin pudores relativos. El hijo que engendra el tiempo en las entrañas del porvenir, nace sin derecho a refutar las voces que el viento hereda, a través de su paso por la naturaleza aun viva, que generosamente nos convida de su belleza irrepetible y señoriales verdores.
Esta noche hablé por un instante con la luna. Me narraba de sus visiones, de los mundos mágicos que suelen desfilar ante sus ojos plateados, de la revolución de estrellas y el devenir de los años visto desde lejanos planetas. Inexistentes caminos nos conducen a aventurarnos al centro del corazón de nuestro ser más amado. La mitad de alma o la parte que nos complementa con barro, al ser arada con nuestras manos húmedas de ilusión, implora a la nube un ápice de esperanza en cada despertar, que traiga consigo lluvia ancestral que nutra la raíz de la espiga del amor, sin pedir nada a cambio.
La noche es de las musas, solo ella posee ese pequeño remanso en donde el espíritu se detiene a meditar sobre la sangre en las venas, el murmullo de los montes, el árbol vanidoso que habita en los bosques oscuros,allá donde el aire mece mis cabellos y permanecen inmutables mis quimeras...
Musa Peregrina