Deambula mi alma esta noche de enero en el jardín de las ilusiones venideras. Sube mi espíritu a los árboles más altos que crecen en el bosque de los sueños inquietos. Mi carne se lame a si misma las heridas absurdas y rebusca las huellas de la perfección, que alguna vez Dios me otorgó generosamente. Ante mis ojos desfilan otros pasados, corazones rotos, volátiles emociones, desterrados días que habrán de empuñar el arma ante obtusas bienvenidas... Las semillas se preparan a brotar, el barro yace complaciente y la vida se ufana de jugar, ante mis ojos tristes que amenazan con no brillar más.
Musa Peregrina.
Desde la perla del pacífico
Acapulco, México.