Más sin embargo mi corazón de gitana,
adivina en cada latido
que tu corazón me pertenece
a pesar de las tempestades,
las malas copas,
las despedidas interminables y esa lágrima
que resbala con hambre de amar.
Sé que alguna vez esteremos juntos,
como lo está la arena y el mar...
No quiero morirme con las manos frías,
con la poesía beata,
con la angustia de equivocarme
y ser para ti una calamidad,
con la sonrisa fruncida,
con mis alas sin usar...
Musa Peregrina.