Lo cotidiano arrancó de golpe tu imagen, sin pensarlo doble. Ya no teme mi corazón... la enfermedad que mutiló los sueños de mi alma no existe. Curada estoy. Florecieron vientos nuevos, el invierno terminó de arrancar la mala yerba, los clavos oxidados, la amargura de mi tierra. Sin prisa, sin pausa arrastro el lápiz y saco números. Son días perdidos y ecuaciones venideras que habrán de multiplicar mi locura. Hace mucho dejé de ser princesa, aprendí a luchar, a ganar y perder. Hoy decidí ser solo quimera... Renacer en piedra, en gota de agua, en sangre contaminada de ayeres que corre por tu venas...