Mi espíritu yace cabizbajo. Palpa suavemente cada latido que viaja en las alforjas de tu olvido. Y aun así, se repite a si mismo que no pasa nada. Confieso que me pesa tanto abandonar la jaula, soltar los recuerdos que como barrotes contienen mis últimas lágrimas. Por años enfrenté la batalla de vaciar imágenes de mi memoria, lamiendo mis heridas que en tiempos de mi revolución sexual eran enorme llagas. La indiferencia y la dureza de mi corazón mutilado, logró extinguir poco a poco aun siendo obligado, el fuego que internamente me calcinaba. Finalmente lo conseguí, mi alma es tierra virgen, apta para cultivo, quemé por completo la cizaña. Heme aquí, con las cartas sobre la mesa, domesticada como oveja atada, esperando la señal del universo, cual verdugo que cortará mi cabeza y después la esconderá bajo la almohada.
Tus palabras hoy, me dieron el valor de esparcir las cenizas de aquel recuerdo maravilloso, que terminó por cremar mis ansias. El eco de tu verbo perforó mis entrañas, rasgó hasta saciar cada uno de tus egoísmos enumerados. La inocencia de mis estrellas, desprendieron con dolor aun en la lejanía, el titilar del amor hechicero que la luna dibujó a lápiz; mientras dormíamos después de amarnos como animales de corral. No oses pensar que todo será igual. Se que no soy importante en tu destino, que el desamor es lo de moda, lo que se bebe locamente mezclado con vino. No te pediré que mueras antes de morir, solo aprenderé a respirar sin ti, bajo el agua cual sirena entre redes desesperada. En el aire como golondrina que se pierde tras nubes de nostalgia. Bajo la tierra los días venideros secaran mi raíz y el viento del invierno, se llevará el mísero ápice de fe que poseía mi alma de mujer ilusionada.
El carmín de mi sangre se ha diluido en el naufragio gris de la tarde. No tiene sentido construir explicaciones irreales, haciéndome sentir culpable sin motivo. Los amores huérfanos resurgen de la nada y se vuelven de la noche a la mañana inmortales, no importa que les falte un ala, no importa que ya no les hablen con ternura y hasta les odiasen. Hay sentimientos que nunca aprendieron a volar y nacieron sordos, faltos de razón y adictos al tormento. Los despojos del ayer no brindan esa fortaleza que saborea el mar al sentir el agua de dos ríos... El amor vibra en cualquier lugar del mundo en que nace y logra con una chispa descifrar los sentidos. La hambruna de cariño acecha siempre a aquel ser que esta amando a ciegas, a tientas, a ratos y en las madrugadas en las que la noche agoniza tercamente. El fragante viento que arrastró tus versos a mi orilla, alguna vez catapultó sin pensarlo doble el proyecto de un sueño no nato, el cruzar nuestras manos y caminar libres sin temer llevar a cuestas el pasado. Se me ocurrió morir acurrucada en tus brazos, esperar el cielo o el infierno llevándome tu aroma al más allá, sintiendo la fuerza de mis instintos ciegos. Malévola lágrima, tortura el espacio en blanco de mi narrativa, que en realidad es un débil intento por exorcizar pensamientos y demonios sinceros... ya no quiero alimentar el mar, ni darle explicaciones a la vida, por cada error que dispara mi arco, con flechas de soledad internándose entre nubes densas.
Quiero dejar de ser yo.
Planeo ser roca y quimera.
Esta noche, asfixiaré a la mujer de agua que nada en la tierra.
Musa Peregrina.