Querido
sol: He recibido el aroma de tu carta y
aquí me tienes, impregnada de tu fragancia poética que me lleva a conocer la
eterna primavera, que habita en el huerto de tu corazón. Y después de leer
grandes historias de quimeras internas, hoy estoy como siempre, pensando en ti…
En el blanco de la nieve de este invierno, observo
rayos plateados que se filtran por la ventana de las almas que aun no viajan
rumbo a su otra mitad, mientras el tiempo me recuerda que aun respiras por mí. Brindaré
este diciembre dibujando en tu vida la
hoja blanca de un eterno sentimiento, y es que me pregunto… ¿Por qué no eres
feliz?
Admiro esa forma rara de amar en ti y el mundo
que te inventas poblado de bellos corazones poéticos, que son el puente de tu
ser a lo desconocido, a la mar de la pasión en tus años, encanecido por el
dolor y la amargura del que no está… Tienes tras de ti sombras al caminar, que
se adhieren a tu piel sedienta de vivir nuevamente la locura del amor sublime y
perenne. Sé que te bebes las ilusiones a cada sorbo.
El destino
trajo consigo un adiós cruel, en
el que has buscado respuesta a la pregunta que te causa llanto, y hoy las
caricias que te ofrendan no son ni siquiera un quejido del pasado. Vives
acompañado de un eco de nostalgias sumergidas en los rayos del sol, que llegan
provenientes del frondoso árbol que te dio su reflejo siendo niño.
Él guió tus pasos asiendo tu mano de poeta y rosal adormecido, para que así conocieras el mundo y te forjarás el alma con singulares sentimientos abecedarios. Fue tu ángel que encaminó tus primeros besos al aire, besos aun no esclavos, sin dueño que los reclame...
Pasando por ese tren que te arrancó los pétalos de un
amor inolvidable, es que hoy tus lágrimas aun esperan en el andén. Abrazadas al
viento, a un vago recuerdo que respiras a cada segundo del ayer.
Te lastima amar sin ser correspondido, saber que no sienten lo mismo que tú en este preciso momento. Aprietas los dientes para sonreír a tus días, esbozas una sonrisa a pesar que por dentro se han secado los ríos de aventuras que nadabas con valentía. Cuando te perdías en un querer, en alguna piel amiga. Despiertas en un mundo donde sólo importan los demás… ¿Y tú? ¿Es que Dios nunca traerá cambios felices a tu vida? Amor observa bien, y encontrarás eso que buscas tanto en la luz que irradia cada nuevo día, en la sonrisa de quién se hace cómplice de sus conquistas, abraza tu espíritu que necesita fuerza para levantar cuando aprende a transitar sus huellas entre piedras y espinas.
En el nocturno de la madrugada que agoniza pensando
y pensando en el amor que llegará, es que te propongo escalar horizontes. Internarme en la profundidad de tus
sueños, e bordado una nueva fantasía en la que el único sueño que quieras sea el
que encuentres a mi lado, al lado de este ser que tanto te ama, que te ansia
siempre, que así como tú te espera a cada momento, aunque hoy juntos no estemos. Sé tanto de ti y de las
ideas que forman ramos de flores, en la cotidianidad de tus versos y prosas que
compartes conmigo.
El universo de tu arte se baña en una pertinaz lluvia de sentimientos, los pistilos de tu cuerpo ansían que brote dulzor, y es ahí amor mío cuando renaces en un personaje etéreo, de un innominado resplandor. Gracias por guardar gotas de fe en tu interior, gracias por haber nacido para amar y que con tus brazos rodeas emociones que como palomas vuelan sobre el prado de tus años, escribiendo bellos poemas, narrando la historia del amor que si existe, siendo un guerrero de luz que no se rinde, que marcha al frente de batalla con bendito don que el creador selló en su interior. Amor, mi alma te reconoció, y aguarda a la tuya sentada en el parque de la esperanza, porque si existo, y soy la parte que aun te falta para continuar…
Musa Peregrina.