Tengo tantas ganas de ti, que iré como una loba en celo por las montañas tras el misterio de tu cuerpo. En el camino aullaré la sonata del pecado, me olvidaré de tontos miedos y seré libre para esclavizarme
a tu sexo ilimitado,entiérrame tus colmillos, anda, la blancura de mi cuello te reclama. Siento tus dedos que tiemblan al resbalar en mi piel con
sabor a avellana. Continúa así,no pares... e anhelado tanto el encuentro de tu boca con
mis labios en eterna luna roja, invocada por amantes que se enfrentan en instintos primarios.
Quiero que bajes lentamente hacía mis senos,
y te adueñes de mis pezones que ansiosos esperan por amamantar, te reconocen como
su dueño,mi clítoris es una uva deliciosa que tu lengua macerará hasta saciarse, al sentir la calidez de tu saliva imaginará amor todo lo que le espera y el río iniciará a derramarse.
Avanzas por un camino suave, lento con rumbo a mi entrepierna. Me embriaga tu aroma de hombre, la fuerza con la que te adueñas de mi cuerpo, escribiendo un libro completo de ocultos deseos y pasiones.
Avanzas por un camino suave, lento con rumbo a mi entrepierna. Me embriaga tu aroma de hombre, la fuerza con la que te adueñas de mi cuerpo, escribiendo un libro completo de ocultos deseos y pasiones.
¡Me encanta que me penetres sin decir agua va...!
Como lo imaginé tantas
veces y creí que era sólo era un sueño, esta noche con mi celo en plenitud te voy a amar…
Espasmos de dicha y un coro de gemidos, que nos
hacen sentir dioses del Olimpo. Ingles desbocadas que logran convertirme en una
amazona que cabalga, en la llanura del placer, loca que no piensa, no razona…
cuando me besas al final de la espalda y tus dedos se hunden en mi carne jugosa.
Nuestra hambre se pierde en la
inmensidad de las sabanas blancas, que son cómplices mudas y aprisionan la
libido, que aúlla furiosa y al final se nos escapa de la boca. Te ofrezco mi cuerpo
cual copa de vino en una noche sin freno, te convido de mi sexo que cobija la locura, que deriva madrugadas en que nos poseemos. No te vayas nunca
más de mi cama vida, porque después de esta noche,
siempre querré más de tu cuerpo, explorando mi piel
húmeda, caliente y excitada, aun despierta me hará falta escuchar la melodía de tu sexo
sobre mi sexo.
Musa Peregrina