¡MUERTE, AUN NO ERES BIENVENIDA!
Una noche de tantas en que mi cuerpo se postraba ante el cansancio,vi a la bella dama. Aun siendo viejas conocidas le hice una mueca de amargura, dando reflejo a lo que ella desde niña me inspiraba. Siempre que se presenta se me acaban las palabras,mi piel se estremece pidiendo a Dios que no decida que sea yo la que la reciba a su llegada.
Recargada cerca de la puerta de los elevadores fumaba un cigarrillo, sin prisa,con el tiempo del mundo por los siglos de los siglos. Observando todo y a todos desde el pasillo del piso ocho, en silencio y con las pupilas vidriosas de soledad.
Puedo apostar que la muerte sintió ira,rabia resentimiento, ante la vida de mi pequeño que apenas inicia. A distancia ella cínica los pulmones le arañaba, estos días en una cama de hospital donde poco a poco su salud se marchitaba como semilla que se niega a germinar por falta de agua,con pulmonía y litiasis,con atrofia muscular que desde hace años enfrenta en tremenda batalla.
Eran siete enfermos en esa área y cada uno de sus familiares tímidos se arropaban en una plegaria. Con el frío de ausencia que cala los huesos del alma,ese frío que hace veintiún años me atacó cuando cuidaba a mamá en su cama y me dejó seca,sin nada...
La bella dama decide bailar,eufórica se acerca y brinda con el primer caballero que respira tristemente conectado a tubos y maquinas. El anciano hombre recordaba aquellos besos que ya no dio,la gente que algún día vio marchar,la madre que hasta el último suspiro juró le iba a acompañar.
La muerte sonríe,se regodea mostrando los dientes y su gris reloj marca las diez. Sostiene la mano del enfermo y levanta el espíritu de golpe,mientras su arrugado cuerpo se sacude el dolor,las heridas y los gritos ahogados,un adiós inesperado,la promesa de una despedida y el amor...
Me mira burlona y señala con su dedo huesudo, corroído por un río de lágrimas colectivas,ancestrales y me advierte... que mis latidos,mi sonrisa,el brillo de mis ojos,mi salud le duele. Y me reta a escribir esta noche, ya que mi pequeño en su camita duerme, sobre ella, la bella dama,la seductora muerte que llega a la fiesta de la vida y nuestro cuerpo reclama, porque por ley divina le pertenece...
Musa Peregrina
Desde la perla del pacifico
Acapulco,México.