Son los que logran por voluntad anclarnos al pasado y
nos llevan de la mano para adorarles hasta sentir
el alma crujir,al igual que sus figuras lo hacen
con nuestros sentimientos màs puros
a travès de los años.
Ìdolos de barro que marchitan realidades y desde
la repisa de los sueños muertos, observan
impregnando de dolor las heridas
que en un falso amor nos heredaron.
Mientras valientes guerreros llegan y abren
la puerta del corazòn, con la misiòn de ahuyentar
el miedo a volver a enamorarnos.
La vida es artesana del amor y poco a poco
logra que el tiempo camine sin mirar atràs
y decida invitarnos a viajar,dentro de una botella
que el mar de la memoria no abrirà jamàs.
El viento nos acaricia el rostro,la lluvia
logra el renacer de las sonrisas, el sol
es capaz de darnos la llave para intentar
una vez màs en cada nuevo dìa.
Aquellos ìdolos de barro nunca debieron nacer,
porque en un minuto de placer las emociones
perdieron la brùjula y los cuerpos enmudecieron de gozo.
Viejos tambores lloran soledad y se marchan,
el mundo con ellos todo lo dejò al revès.
Idolos de barro con forma de hombre y mujer
el pasado se resiste a morir, y cava profundo
en nuestro presente si no decidimos
con ellos romper...
Desde la perla del pacìfico Acapulco
Musa Peregrina.
