SEÑALES DE HUMO PARA UN ESPÍRITU ALBINO

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jueves, 9 de agosto de 2012

SOLDADO DEL AMOR

SOLDADO DEL AMOR
En una noche de esas que añoran la primavera y celebran en el mundo el día del amor y la amistad,cerré los ojos y aun sin dormir,me vi en un campo de batalla en donde era un soldado más, con otro cuerpo y color de piel, con ropas que no eran mías. Parecía que me encontraba en un tiempo distinto, recuerdo haber visto mis manos hoy suaves, lozanas, por otras encallecidas y grandes; con cicatrices y llenas de polvo. Y al tocar mi rostro bañadas de sudor y lágrimas...
Avancé cerca de otros combatientes,con la mirada fría y el cansancio en mis hombros. El arma que cargaba a cuestas era muy pesada,con varias vidas silenciadas y un aroma de sangre viajando con ella. Me vi envuelta en una guerra que pareciera que nunca se terminaba,en mi pensamiento desee con todo mi corazón volver a casa,renacer como otra mujer,como una sirena o una gaviota luchando con el aire sabiéndose amada. El líder hizo su aparición y ordenó con un brillo temible en la mirada que avanzara, mientras al fondo se escuchaban los estruendos de disparos, la sangre corría a mares y la incertidumbre me embargaba.
Caminé temerosa, y observé a los compañeros alejarse, sentí un escalofrío recorriendo toda mi espalda, me aferré a mi arma y continué con sigilo, sentí que la soledad me perforaba las entrañas, supe que solo mi valor podrá salvarme.... Desperté y por un momento cruzó vagamente un recuerdo de las ocasiones en que he sido un soldado por amor,en una guerra en la cual caigo herida en la búsqueda de conquistar un corazón que no late por mí o no tiene la misma fuerza con que late el mío.
Reconozco que de algunos años a la fecha aprisiono mis sentimientos,no importando que cada vez sea distinto,se que mi supervivencia está en juego. Debo de cuidarme y observar todo con atención antes de ser el centro donde abra fuego el entorno, atacando a la razón. Escucho gritos que me aferran a un pasado de dolor y tristezas de las que ya no formo parte y me enferman, hieren el alma e impiden que mi serenidad gane la batalla.
La muerte no duerme,siempre me vigila desde el día que respiré por primera vez en esta vida. Ni le reto ni le temo, la respeto y cada una sabe lo que queremos... Viene por mí, y ya antes lo ha hecho, tanto que perdí la cuenta de las veces que el universo me engendró y me parió a cada momento.
El dolor nos hace reencontrarnos con ella en un fuerte abrazo, prometiendo una tregua que nunca cumple y me engaña vociferando que es la hora. Aunque yo piense que ella llega a destiempo, me rodea con su velo negro y se arropa en paciencia. Quiero estar atenta a mil señales en las calles,en el aire,en mis sueños, en un par versos que nuestra poética existencia nos recita con amor. Y me hacen escribir un tratado de paz por un instante, cuando las heridas de mi cuerpo físico cansado del combate, tiene en mente rendirse y decir adiós...
Levantaré esta vez mi arma para atemorizar esas malas decisiones que se hincan a pedir les perdone la vida, y las deje seguir existiendo en mis adentros. No sé si en algún momento seré un soldado de títulos o gran nobleza, pero solo me interesa no anidar injusticias en otros, por mis errores y falta de precaución, mis torpezas que me exponen como carne de cañón.
El campo de batalla cada vez me resulta más frío y seco de sentimientos, vacío… ¡Me volveré loca, esto me causa una gran desesperación¡
Mi alma se agita inquieta dentro de mi cuerpo físico, ya le aprieta estar ahí y ha crecido demasiado, necesita otro donde expandir cada célula que el destino le ha heredado.
Siento que ya me pesan los años y que tal vez no abriendo los ojos a la vida se terminaría esto que me agobia y que me deja tendida. Frente a una gran pira se queman los cadáveres de aquellos que un día respiraron vientos bélicos y hoy son cenizas. A lo lejos diviso un río cristalino, ya su frescura me llega, es donde se bañan las grandes almas…
Esas que nunca se vencen, que viven muriendo a diario y duermen despertando con nuevos ánimos. Abro los ojos de golpe, y me doy cuenta que soy un soldado…
Si, en la tierra de nadie, en este mundo donde un ejército de dificultades me recuerdan que ser instrumento de mi creador,senda que sigue sus propios pasos,un soldado del amor...
Las armas bajaron y yo aun muerta quiero seguir luchando, la guerra ha terminado, la paz y el amor ganaron, al demonio nuevamente la luz lo venció...y el amor de un corazón bello que sueña como yo.
Musa Peregrina
Desde la perla del pacífico
en Acapulco, México.