Entre las sombras que arremeten
el punto y aparte de aquellas historias apócrifas,
escritas con tinta de pecado y altivez obtusa.
Me volví a acordar de ti cuando perdí la fe
y olvidé que soy de carne negra,
diluida mi soberbia reconocí que
eres Él único que cose mis roturas,
porque lavas mis lágrimas
y escuchas el crujir de mis huesos
desde lunas atrás,
cuando el mar y el cielo fueron uno.
Hoy mis oraciones claman piedad,
ante la frontera de las almas primitivas
me espera inmisericorde la paloma blanca
que vuela más allá del sol...
Musa Peregrina.