VOCES QUE ME HABITAN
La noche de anoche
la dama oscura arribó
con andares vacilantes,
entre humo y copal
dejó un rastro de dolor
en mi calle del silencio,
abrió una brecha
con su guadaña envejecida,
despertó heridas
que en mi memoria prevalecen .
Abrí los ojos...
Muy cerca de ella vestido de luto
caminaba el destino, incansable cazador
que arrastra pasiones innominadas.
Sé que muerto yace el ayer,
iracundo final el suyo.
Postrada de rodillas la tierra
se vistió de cascaras y sueños inmaduros,
son los de aquellos que lucharon
permaneciendo de pie, ante el alud
de hojas y lágrimas que arrastra el verbo.
Es el cántico del ave solitaria
el único que permanece en vela,
regodeando su amor
por la rama, que mece sus latidos imprecisos.
Un raudal de añoranzas excava con ahínco
creyendo en los cuentos de hadas,
despertando soledades en indomable desatino.
Rompe en llanto la niebla y perpetúa
el tormento de los años,es aquel batir de alas
luminosas quién enfrenta demonios forajidos.
Es la palabra el arma civilizada que habrá
de escalar los montes más altos, con la ilusión
viva que imagina el aroma de la sensatez.
La muerte y la metáfora viajan en primera clase
su estadía es placentera, tanto que se olvidan
por un instante de las heridas que doblegan
al poema redentor.
Musa Peregrina.