¡Desde el infierno lanzo un grito y nadie me escucha...!
Latente yace mi libido con un ápice de voluntad férrea. Resistiendo estoicamente cada uno de tus ataques. Prometes ser un Pinocho de madera fina, con un corazón inmenso para albergar mi risa multiorgásmica. Un viejo carpintero nos observa y guarda silencio,sus cabellos son largos y canosa su imaginación. Disfruta y saborea a distancia nuestro sexo. Con tu mirada de lince,no cedes terreno y prometes devorarme, y yo vuelo, y las fuerzas aminoran más y más. Desfallecida imploro piedad,pero tus garras acarician mi mente,me acorralan y castigan con látigo negro,cada uno de mis deseos. Perversos, etéreos,que creí mutilados por el tiempo.
¡Y qué si te miro, exclamas!
¡Y qué si de mi te alimentas,vociferas!
La blancura de mi piel es manto profano para tu lengua. Que vaga entre rincones mágicos y se anida en mi entrepierna. Maquiavélico me atas a tu cintura,calcinando mis labios con tus besos de fuego,yo cada vez lucho menos. Inicias a lamer suavemente, a olfatearme, avanzas en territorio sagrado,sin inhibiciones,sabiéndote mi dueño. Yo elevo una oración a Quetzalcóatl y con mi ombligo sellado, espero el momento en que, liberes el oscuro que me poseyó hace tiempo. Con la mirada fija en el techo, pienso que, si es tu voluntad antes de morir,te bebas del diablo su pestilente aliento... Las brujas solo nos alimentamos de almas,escrito está en ancestral leyenda, que fuimos nosotras, las que dibujamos los códigos grabados dentro de la gruta del sexo.
¡No hay nada nuevo para mí,ven hermoso,aquí te espero!
Musa Peregrina.
