SEÑALES DE HUMO PARA UN ESPÍRITU ALBINO

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martes, 19 de junio de 2012

LA MAGA


Con los cabellos al viento vagaba callada, presurosa volteando siempre a sus espaldas. Sentía la frialdad de sus manos que morían poco a poco acariciando su teclado. Desde que descubrió a " la maga " supo que tendría que cargarla a cuestas toda su vida. Aquel cabello rizado alborotaba al mismo diablo convertido en viento. Este se mecía entre pensamientos de una mente cegada por la luz. Sus dedos eran largos y habían dejado huella en la piel de tantos que al sólo recuerdo de una caricia fugitiva despertaba la humedad contenida por cientos de años. Los recuerdos de esa hoguera donde fueron quemadas sus creencias y su fé la atormentaban en esta reencarnación, donde ya se mostraban poco a poco las costras de su alma solitaria. Sabía que era diferente, pero quiso sentirse parte de un todo, quedándose sin nada por instantes en la mente. De su cuerpo emanaba un aroma a madera, a tierra mojada que se esconde tras una vereda. Pupilas hechiceras en las que podían leerse como en un libro cientos de historias que guardaba para sí. En la mayoría de ellas su caldero se había derramado en las profundidades de un bosque encantado. Ahí podía apreciarse en la copa de los árboles asomarse a duendes observando la danza de las hadas, que les motivaba a llenar su olla de oro y cristales de cuarzo. Ella permanecía sentada dentro de un circulo de fuego cerraba los ojos y subía por segundos una escalera que la llevaba al cielo. Ya estando ahí buscaba en cada esquina a su estrella… Esa que le fue heredada por el sol. La legión del bajo astral acechaba y podía distinguirse en sus ojillos que eran capaces de verla en su desnudez, en lo más recóndito de su ser, el lugar donde nadie había penetrado antes. Pero le temían porque sabían era una bruja, una elegida. Que gustaba de hechizar hombres y servirles en una copa de cristal violeta algún elixir de amor. Ellos al beberlo despertaban a otros mundos si eran audaces o simplemente perdían la razón, y se les secaba dentro de si mismos el alma… Por las mañana su piel tenía un sabor a miel con jugo de 7 manzanas, y por las tardes al caer el sol este en su mirada tornaba un bello color de mil avellanas... Todos en el pueblo le atribuían poderes de magia negra y narraban que era una maga que había venido a refugiarse en su aldea. Los hombres merodeaban encantados muy cerca de su choza cada vez que escuchaban a alguien narrar su leyenda. Las mujeres le temían y se mantenían alejadas bajando la mirada, sin cruzar palabra alguna que las expusiera a ser observadas por la hechicera. Caminaban presurosas no fuera a ser que esta las siguiera y algo le hiciese sentir señalada o descubierta. A ella nunca le importó siempre había estado sola y con los años se le tatúo en la mente que la mayoría de las personas son de corazón duro y poco les interesa ayudar a quién tal vez necesite sólo un   “ buenos días “ y una sonrisa amable al pasar. Aprendió a defenderse sola y a soportar los embates del amor. Pocos fueron los que habían poseído su cuerpo y nunca más volvieron a saber de ella, porque los descubrió en un falso y engañoso amor. Su alma era muy parecida a un caballo salvaje corriendo en el bosque y solo se acercaba a beber agua en algunos ríos que agonizaban por fluir. Pastando por mucho tiempo en tierra de nadie, y caminos misteriosos por seguir. Esos que relataban haberla poseído terminaban locos, perdidos en el alcohol, con una maldición sobre sus vidas por haber lastimado su corazón. Por las noches sus rizos paseaban por toda su cama como olas de la mar que nostálgicas juegan imaginando el más allá. La maga observa  luz y  sombras, acaricia sueños que duermen bajo la almohada de quién respeta su Don, y se aventura a descubrir misterios pernoctando entre viejas almas… Musa peregrina.