SEÑALES DE HUMO PARA UN ESPÍRITU ALBINO

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jueves, 9 de abril de 2015

XALAPA

Como un bello poema el cielo de Xalapa se presenta ante mis ojos, el día está nublado y mi alma se arropa con una sabana de recuerdos entrañables. Procreando algunos versos inicio el camino en la ciudad de las flores, dejando mis huellas en el agua de arenal que pinta todo a su paso de colores. Vago feliz por las calles, el caserío se despierta y se prepara para sonreír al Sol, que en estos días de enero pocas veces lo visita.

La bruma del tiempo inspira melancolía, las raíces culturales crecen orgullosas en el corazón de los xalapeños, que han nacido con la alegría y la sonrisa, de quienes aman esa hermosa  tierra que al visitante conquista. Animada con el rocío de la mañana mi alma juega en el horizonte, espesos bosques guardan entre sus árboles los brazos de las ramas que arrullan el fruto dulce de la vida.

 En Xálapa se es libre como un pájaro, el vuelo es mágico al adentrarse a las profundidades de la naturaleza que guarda sus misterios más nobles. Sólo siendo revelados a guerreros temerarios que se adentran al pie de la montaña de basalto de Macuiltépec, explorando la vida con valor y lealtad, escuchando el murmullo de la luna que les narra sus secretos.

 Despierto como en aquella noche cautiva, después de la batalla final y me encuentro paseando dentro del convento de San Francisco. En sus paredes aun se escuchan los gritos de un indígena insurrecto, que murió de locura por defender a su Dios, a su pueblo herido por el genocidio de quién fue llamado “perro”. El eco de la historia nos recuerda a cada momento lo escrito en la biblioteca del tiempo. Relatos que son la llave que abre la puerta de un conocimiento milenario, heredado por los abuelos toltecas que danzaban en época prehispánica sembrando semillas de amor y respeto. Miles de aves marchan con su belleza multicolor, frente a las nubes que ocultan la lluvia de lágrimas, la tormenta que nace del alma añorando el lucero que se desprende de  los cinco cerros.

 Una vegetación exuberante recibe siempre con los brazos abiertos, la altura de Xalapa sobre el nivel del océano es la antesala del cielo. Veracruz es el padre orgulloso de mostrar al mundo un paraíso de ensueño, si la visitas nunca querrás irte, porque encontrarás el tesoro de la amistad que habita en cada uno de los lugareños. Quién vive en Xalapa acaricia las nubes con  los dedos, es hombre y guitarra que en sus cuerdas canta con orgullo al universo…
Musa Peregrina.